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martes 21 de enero de 2025
EEUU revitaliza la producción petrolera de la mano de Donald Trump
El mandato republicano inaugura una era menos proclive al cuidado del clima global y de mayor competencia de hidrocarburos en el mercado exportador.

En su discurso de asunción del lunes 20 de enero, el presidente republicano reiteró su voluntad de estimular la producción de hidrocarburos y vehículos alimentados a combustibles fósiles, produciendo un viraje a la política aplicada por su antecesor, el demócrata Joe Biden.

Ese estímulo a la mayor generación de petróleo y gas no sólo tiene el propósito primario de sostener el ritmo de actividad de los Estados Unidos sino promover una baja en el precio de los carburantes fronteras adentro.

“La crisis inflacionaria fue causada por un gasto excesivo masivo y la escalada de los precios de la energía. Por eso es que hoy también declararé una emergencia energética nacional. Perforaremos. Vamos!... Perforaremos!, arengó Trump desde el Capitolio.

En la inauguración de su mandato, el presidente prometió acentuar el perfil manufacturero del país y consolidarlo como la nación con “la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país de la Tierra”.

El mandatario considera al petróleo como un “oro líquido bajo los pies”, que ayudará a llevar al tope las reservas estratégicas de la economía más poderosa del mundo, terminando así con la etapa denominada que promueve la sustitución de fósiles por energía de fuente renovable y el uso de coches eléctricos en lugar de los nafteros, más afines al actual perfil de la industria automotriz estadounidense.

La política estadounidense acentúa el desafío de producir y exportar rápido los hidrocarburos argentinos

La nueva estrategia anima el debate entre especialistas de energía acerca de cómo puede influir en el abastecimiento y precios del mundo y cómo eso puede impactar en el desarrollo de la industria en Argentina. Con epicentro en Vaca Muerta, el país tiene la segunda reserva mundial de gas no convencional y la cuarta de petróleo y se encuentra en un momento de desarrollo de infraestructura para poder evacuar esa riqueza hacia los centros de consumo locales y del mundo. Estados Unidos es, en particular, un fuerte competidor en la exportación de gas natural licuado y tiene a Europa como uno de sus principales clientes. La revitalización de esta disputa por el mercado internacional impone a la industria la necesidad de aprovechar la actual ventana de oportunidad para desarrollar sus hidrocarburos, que permitirían en un lustro obtener un superávit comercial de 25.000 millones de dólares.

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